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Espere un momento!

5.19.2010

Life, Love, Health, Existentialism, Death.

Con los tiempos que corren, y los sucesos tan desagradables a los que nos enfrentamos todos los días, creo interesante aportar noticias que refresquen y alegren nuestro espíritu.

Aquello de “hacer el amor es bueno para la salud”, deja de ser un dicho popular, para convertirse en una afirmación con base científica. Además, aunque no fuera cierto, que mejor mensaje que aquel que proclamaban nuestros padres en aquellos maravillosos 60 de “haz el amor y no la guerra”, y que mejor herencia para nuestro hijos. Digámoslo bien alto y sin ningún tipo de vergüenza: es bueno estar enamorado, es magnífico hacer el amor, y además, favorece nuestro sistema inmunológico¿qué más podemos pedir?

Según un estudio realizado por el investigador de genética de la Universidad de Barcelona, David Bueno, las reacciones bioquímicas que experimenta el cuerpo de una persona cuando está en fase de enamoramiento, ayudan a mejorar el estado de salud y contribuyen a “fortalecer su sistema inmunológico”.



El profesor señaló que el enamoramiento es un “conjunto de reacciones bioquímicas y conexiones en el cerebro” que hacen que las personas se sientan en un estado diferente al habitual. Sin embargo, comentó que los síntomas pueden ser distintos dependiendo de la persona.

Aunque el efecto del amor puede variar en cada uno, el proceso químico de enamoramiento siempre es el mismo. “Existe una primera fase de flechazo, en el que el cuerpo humano segrega unas hormonas sexuales denominadas feromonas que contribuyen a que nos fijemos en alguien.

Después, en una segunda fase, se activan las dopaminas “que aseguran la atracción” hacía esa persona. David Bueno comentó que “los mecanismos que se ponen en marcha durante el enamoramiento son los mismos que los que actúan cuando una persona se vuelve adicta” a alguna sustancia. Por lo que sentenció que el amor “es una adicción”.

Sin embargo, esta “adicción” tiene un tiempo límite y “solo dura entre dos y tres años”. Después de esto “los receptores de estímulos se van saturando y pasan a actuar las hormonas endorfinas que son las causantes, entre otros aspectos, del placer y la tranquilidad”.
Después de todo lo dicho, una conclusión, bendita “adicción”, y aprovecha el momento mientras dure, porque parece que (según este investigador) tiene fecha de caducidad.

Como en la carrera de la vida donde la muerte siempre lleva la delantera!!!... con la pregunta incesante  que taladra nuestras cabezas  de ¿Cómo lograr la felicidad?... si asumimos cierta la convicción modernista de que ése es el fin último del hombre.

De ser así todas nuestras acciones, decisiones y pensamientos deberían estar encaminados a ese objetivo preciso. ¿Pero qué se necesita para ser feliz? 

La sugerencia de Zagreb, un viejo invalido y millonario, es simple y cómoda: para conseguir la felicidad se necesita ser dueño de tu tiempo, y para tener tiempo, se necesita dinero, el dinero compra todo, incluyendo el tiempo; no importan los medios para conseguir el dinero, el fin es lo importante. 

Entonces, un hombre, Mersa.. (ustedes disculpen que no recuerde bien el nombre del personaje) mata a Zagreb, para quedarse con su dinero, su tiempo y su felicidad.

¿Pero después? ¿Qué hace con ese tiempo?

Viajar, vivir sin preocupaciones, disfrutar de mujeres, la contemplación del mundo, pensar, pensar demasiado. Difícilmente escapamos de eso, de revolcarnos en la implicaciones éticas, sociales y morales que tienen nuestras acciones. Entonces no resulta tan fácil ser feliz, hay todo un sistema que nos impide serlo, a cualquier precio. 

Entonces, el hombre se descubre ajeno a todo lo que le rodea, incapaz de comprender las motivaciones de los hombres, incluso las propias, se pare extranjero. Los engendros de Camus guardan parecido entre si, cualquier comparación es inevitable; sobre todo al tratarse, como esta, de una obra publicada de manera póstuma. ¿Por qué Camus no la público en vida? 
  
Algunas deficiencias en la referencias temporales espaciales, una historia que por momentos no cuenta nada, demasiada cercana con su propia vida. Nunca me ha llamado la atención ser rico, como Mers… no sabría que hacer con el dinero y el tiempo y las implicaciones sociales, éticas, bla, bla… 

Después de terminar “La muerte Feliz” no puedo asegurar que yo mismo lo sea, pero al menos, satisfecho de contar con mi amigo Albert (es mi cuate, la verdad lo estimo bastante, aunque el no lo sepa) puedo morir (dicen que dormir es morir un poco) tranquilo.


"Sueños Robados - La muerte feliz - Albert Camus"